Día 1: Llegada a Osaka

Y una semana después de haber aterrizado en España, me pongo manos a la obra con este diario de viaje. Confío en recopilar todo lo hecho y serviros de ayuda a todo aquel interesado en conocer este maravilloso país. Para ello empiezo con una maravillosa elipsis y me planto ya en Osaka, que los viajes son un coñazo ni os cuento uno de quince horas y media de vuelo con escala en París.

El aeropuerto de Kansai fue el comienzo de nuestro viaje, en este aeropuerto la verdad es que pasamos un ratín haciendo gestiones varias: las principales fueron adquirir una tarjeta prepago con conexión de datos y la segunda canjear el JR Pass, esto último es muy importante porque sólo se puede hacer en los aeropuertos al ser algo para turistas.

Escogimos la tarjeta de la compañía docomo. Estaba a 3000JPY y escogimos esta opción por ser de 1gb y 30 días de duración, previamente nos habíamos informado de otras opciones pero tenían duraciones inferiores y precios algo más altos, no necesitábamos más gb de navegación. Con estas tarjetas vienen unas instrucciones fácil de seguir paso a paso de cómo darlo de alta y activarlo para ponerlo en funcionamiento, en nuestro caso tiramos de la WIFI del aeropuerto.

Varias gestiones después finalmente nos dirigimos a Osaka, aunque no fuese el destino turístico de mayor interés queríamos aprovechar la cercanía al aeropuerto para poder visitar dicha ciudad en el primer día que suele ser el peor. Por cierto vaya líos los dos primeros días con las maquinitas del transporte, os hablaré de ello en otra entrada...

Nuestro alojamiento para aquella noche, el hotel Kinki estaba cerca de la estación de Umeda, en la zona de Kita. Sin embargo no nos dejaron hacer el Check-in (quedaban 20 minutos para las 15h, la hora fijada) por lo que aprovechamos para comer en las inmediaciones, por la hora que era acabamos en un Izakaya donde pedimos okonomiyaki, lo habíamos probado en algún japonés de Madrid y la verdad es que el que nos sirvieron no estaba muy bueno.

Después volvimos al hotel donde vimos tanto el baño tradicional japonés en las zonas comunes, como los inodoros más modernos con calefacción y chorrito y más opciones que a saber qué eran en la habitación, por supuesto también estaban los yukatas con los que haríamos pase de modelos en la noche xD.


Con todo el equipaje en la habitación finalmente nos pusimos en marcha. Queríamos conocer la zona de Kita, donde estábamos alojados; el Osaka-jo (castillo), el barrio de Amerikamura y finalmente la zona de Dotombori.

En la zona de Kita son bastante habituales los izakayas, pachinkos y garitos varios. Un barrio bastante animado durante la tarde de hecho a las 4 ya se veía gente entrando en los izakayas por lo que recomiendo esas horas para darse una vuelta por allí. Sólo tengo fotos por la noche:



A continuación llegamos al castillo de Osaka, el Osaka-jo. Hago un inciso para aclarar que todos los 'sitios' tienen un sufijo en función de lo que es, en el caso de castillo es -jo (Osaka-jo, Himeji-jo, etc.). De este castillo no esperábamos mucho, es una reconstrucción y de hecho mientras paseábamos vimos alguna tubería de no poco diámetro saliendo de la base del castillo y metiéndose en el río, a esto lo llamo poco amor al detalle. Pero la verdad es que fuese porque esperábamos poco o por la razón que fuera, nos gustó bastante lo que vimos, que eran los terrenos del castillo, al interior no entramos que eso lo reservamos para otros platos más fuertes...


Estaba atardeciendo en esos momentos, a las 6 es de noche y muchas cosas de visitar por dentro cierran a las 5, por lo que la organización de lo que se quiere ver es crucial.

Que Japón tiene muchos neones y por la noche mola, lo sabemos todos, sin embargo no es lo mismo si no lo vives, y Dotombori es una buena primera toma de contacto de esto que os cuento, mucha iluminación y ambiente a ambos lados de un río, aquí probamos nuestros primeros takoyakis japoneses, estos fueron los peores de largo.



No tardamos en llegar al cartel más famoso de todos: el de Glico. A mí personalmente me parece feísimo pero bueno había que ir y ver la zona. Existen calles transversales algo menos transitadas, buceando entre estas calles te puedes encontrar un santuario chiquitín, el Hōzen-ji (otro sufijo a la saca) donde lo que tienen es un buda cubierto de musgo, en este santuario se hacía la ofrenda y a continuación se mojaba la piedra, algo bastante diferente de otros santuarios que se ven en el país. En ese templo fotografié mis primeros farolillos, ¡me encantan!.



Tras patearnos la zona arriba y abajo, incluyendo amerikamura; buscamos un sitio para cenar, la idea era huir de los izakayas y buscar un sitio de okonomiyakis, nos habíamos propuesto sacarnos la espinita clavada y probar un buen okonomiyaki, y la verdad es que el sitio escogido que tenía mejor pinta al ver las mesas con plancha incluida. El procedimiento era que te lo hacían ellos en una mesa aparte y te lo llevaban a tu plancha para que mantuviera el calor, sé que existen sitios de los de hacértelo todo tú pero no creo que sean accesibles para novatos como nosotros.



Tras la cenita y con el cansancio que llevábamos encima no tardamos en dar la vuelta al hotel.


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